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ECONOMÍA: ‘Economía global no volverá a ser la misma que antes’

ECONOMÍA: ‘Economía global no volverá a ser la misma que antes’

Es inverosímil una recuperación rápida, y alerta sobre efectos permanentes en la calidad de vida, especialmente en Latinoamérica

La mayoría del mundo espera que tras la recuperación, la economía mundial vuelva a ser como antes de la pandemia. Sin embargo, los retrocesos sociales, de calidad de vida, de empleo o incluso de la forma que tendrá el mundo después de la crisis, hacen que, quizá, las cosas nunca regresen a como eran. Esta es una de las reflexiones de Martin Wolf, principal comentarista económico y editor asociado del Financial Times, quien se ha convertido en una de las plumas en temas económicos más relevantes del mundo. Él habló con Portafolio para mostrar su visión de la pandemia del coronavirus. Con los datos que tenemos hoy, ¿cuál es su visión del impacto de la pandemia? El primer trimestre no nos va a decir mucho, pues la mayoría de cuarentenas fueron en el segundo, pero en la primera mitad de año veremos el mayor descenso en la producción y el comercio mundial desde la Segunda Guerra Mundial.
Se ha comparado la situación con 1930, pero precisamente, lo que hizo ‘gran’ a la Gran Depresión fue que el declive duró varios años, alrededor de 10 en Estados Unidos, con altos desempleos y un colapso devastador en los productos básicos, lo que hizo que particularmente países de Latinoamérica entraran en default, pues eran exportadores.
Es decir, hubo un caos económico, con enormes crisis bancarias y quiebras que generaron un punto de inflexión. Pero, por ahora, nada de esto ha sucedido. Se puede comparar el impacto que estamos viendo, pero las crisis son distintas. Al igual que ocurre con la Gran Recesión de 2008, cuyo origen fue financiero. El shock ahora es del sector real, como consecuencia de una enfermedad, lo que hace que sea un poco más parecido a las conmociones petroleras de los 70. Entonces, ¿cuál es la mayor diferencia? Que es la primera vez en la historia que el golpe fue por una decisión de los gobiernos, al elegir cerrar las economías. Esto en cierto modo, pues el miedo iba a parar las actividades de todas formas. No obstante, la crisis se genera por una decisión consciente. Y eso que ha habido pandemias peores, la Gripe Española fue mucho peor, pero nadie cerró su economía.
En definitiva, podemos decir que el impacto sí es comparable con la Gran Depresión, y que será más pronunciado que la Gran Recesión, pero no sabemos muchos más allá de eso. Los países esperan una rápida recuperación. ¿Es una apuesta arriesgada? Mi apuesta es que no vamos a ver una recuperación en ‘V’, no habrá una subida tan rápida como lo ha sido la contracción. Por varias razones: la primera es que la enfermedad todavía está y los casos siguen aumentando y llegando a países que habían presentado menor avance. Es posible que Brasil llegue a tener más contagios que nadie, lo que hará que sea muy difícil de controlar en Latinoamérica. Todo esto hace que no se vaya a volver aún a la normalidad, el turismo o los viajes de negocios son ejemplos de que habrá sectores que seguirán sintiendo el impacto en su operación.
El segundo factor es que la crisis es prevalente, lo que está relacionado con lo anterior. La gente tampoco va a volver a la normalidad, muchos se seguirán quedando en casa porque están nerviosos, lo que supone una restricción muy grande para una porción de los negocios. De hecho, se habla ahora de las reaperturas, pero ninguna puede volver a la situación en la que se estaba antes de la pandemia. Y el tercer factor es la posibilidad de que vuelva a surgir el coronavirus. Todas estas razones hacen inverosímil que vayamos a mejorar en la misma forma en la que caímos. Las empresas serán conservadoras, habrá menos inversión, y quién sabe cuándo tendremos una cura, bien podrían ser cinco años. A pesar de todo esto, se debe ser optimista, y una visión sería pensar en una mejora en 2021 o 2022. ¿La situación puede ser todavía peor a la actual? Se puede esperar un lento crecimiento de la producción, y también que no volvamos a lograr el crecimiento anterior de la pandemia. Por ejemplo, algo que podría empeorar la situación es la tensión entre Estados Unidos y China, su relación se está volviendo increíblemente mala, y eso podría generar mayores problemas al resto de países. ¿Cuál cree que es ahora el mayor riesgo, que la crisis se vuelva financiera o que haya una ola masiva de bancarrotas? Creo que es una certeza que se van a presentar quiebras de empresas en todo el mundo. Si como estimo no habrá una fuerte recuperación en los próximos dos años, muchas empresas no sobrevivirán e irán a bancarrotas. Y eso, por supuesto, afectará inevitablemente al sector bancario. En este sentido, estoy bastante preocupado con lo que pueda ocurrir en los mercados emergentes, hay muchos que están muy endeudados en moneda extranjera, y hacer reestructuraciones es muy difícil. Y en estos países muchas empresas han pedido demasiados préstamos en dólares, por lo que es casi inevitable esa ola de bancarrotas. Este podría ser el caso de Colombia, no estoy seguro, pero sí de otros países de la región, como Brasil. Todo esto también afectará los gobiernos, incluso si no hay defaults tendrán que recortar el gasto, porque las quiebras generan menores ingresos fiscales y también mayores déficits. Y los países emergentes no tienen las capacidades de Estados Unidos o China para enfrentar la situación. Es un gran riesgo perder el acceso a los mercados globales. ¿Podemos esperar más países de Latinoamérica entrando en ‘default’? Me sorprendería mucho si al final de la pandemia Argentina fuera el único país de América Latina en default. Eso dependerá de la vulnerabilidad que tenga cada economía. Obviamente, Argentina tenía un caso especialmente llamativo, pero cualquier país que presente una gran cantidad de deuda en moneda extranjera, será vulnerable, sobre todo en un momento en el que los ingresos por exportaciones están cayendo, y las actividades están disminuyendo y, por tanto, los ingresos. Varios de la región entrarán inevitablemente en mora. Ya vemos alto desempleo, informalidad, pobreza… ¿Cuál será el costo social de la pandemia para Latinoamérica? Esto forma parte de un fenómeno más amplio, que llega incluso a países desarrollados, que la crisis ha exacerbado la inequidad. Muchas personas han podido seguir realizando sus empleos desde casa, pero los que trabajen cara a cara, cuidando personas, en ventas minoristas, etc., todos ellos se ven particularmente afectados por las cuarentenas, son incluso más vulnerables a la enfermedad. Ya hay aumentos marcados en los más pobres, y eso se extiende por supuesto a gran parte de Latinoamérica. Esto hace que cuando se mire hacia el futuro, incluso cuando tenga lugar la recuperación, la economía no será la misma que antes. ¿Cuáles pueden ser los principales impactos? Por ejemplo, muchas empresas y personas se dan cuenta que pueden hacer cosas en línea, y eso va a ser un impacto para los puestos de trabajo que dependen del cara a cara, muchos se destruirán. Y lo mismo con las fábricas, la pandemia va a impulsar la automatización, y la vieja fuerza laboral se reducirá. Sumado a esto, la pandemia nos golpea a todos, no solo a los que están en desarrollo, por lo que me preocupa mucho los retrocesos que vamos a ver en pobreza y en desigualdad. También podemos esperar una reducción de la clase media, y fuertes problemas para que los jóvenes ingresen a la fuerza laboral. Es decir, me preocupa que haya una pérdida permanente de ingresos.

Cree que la pandemia tenga consecuencias políticas? La probabilidad es alta respecto a que haya efectos políticos por la pandemia, los cuales pueden afectar la estabilidad, incluso de las relaciones internacionales. Tras la crisis, la gente estará comprensiblemente enojada, molesta y desesperada, por lo que puede tener impactos en el largo plazo. No me sorprendería si surgiera más populismo, nacionalismo y autoritarismo que antes de la crisis, e incluso más tendencias de extrema derecha. Creo que tenemos que empezar a asumir que la economía mundial no volverá completamente a la normalidad, lo que tendrá un impacto adverso aún desconocido para todos. ¿Un país como Colombia puede mantener por más tiempo la cuarentena? Cada país es diferente y Colombia ha estado relativamente bien administrado y con un mejor desempeño que el resto de la región. Su situación está lejos de la de los más pobres, por lo que se puede esperar que su evolución sea mejor que la de la mayoría. No obstante, si tiene un país en el que la mayoría de la gente vive del día a día, que trabaja para sobrevivir, además hay una red de bienestar social muy limitada y el país tiene pocos recursos fiscales para apoyar fácilmente a las personas en edad de trabajar, entonces no veo cómo se puede mantener la cuarentena. La gente tiene que comer, y se puede pensar que es ridículo salvar a las personas de una pandemia, que probablemente no los matará, y matarlos de hambre en su lugar. Entonces, si el Gobierno no puede organizar programas de apoyo a una escala adecuada para llegar a todas las personas, entonces creo que no puede sostener su cuarentena. Esta es una decisión muy difícil para los países emergentes, pues si en unas semanas de cuarentena no se ha logrado tener los contagios bajo control, entonces no va a funcionar. Más bien hay que ver la forma de manejarlo y, al mismo tiempo, dejar que la economía vuelva a funcionar. ¿Cree que esta pandemia va a ser un punto de inflexión para la economía tal como la conocemos? Estoy dispuesto a apostar una gran cantidad de dinero a que no vamos a ver el final del capitalismo. Este es un sistema increíblemente flexible, adaptable y pragmático, y es más, en los últimos 200 años hemos visto una gran cantidad de variedades de este. Hay muchos modelos de economía de mercado que se implementan, pero no vemos sistemas no capitalistas, salvo la excepción de China, que se da porque Xi es un líder autoritario. Con esto, no solo creo que el capitalismo sobrevivirá, sino que va a seguir siendo la forma dominante de la actividad económica. Pero creo que podría ser muy diferente. ¿En qué sentido? En primer lugar se puede esperar un capitalismo más nacional, y un retroceso de la globalización. No significa que vayamos a retroceder a los años 30, pero las economías se pueden volver más autosuficientes. En segundo lugar, habrá una gran lucha entre un capitalismo nacional más conservador y otro más de izquierda, ya lo hemos visto en el pasado. Junto a esto, se puede esperar un importante cambio en el rol del Estado, esto es inevitable cuando está haciendo tanto en estos momentos, por lo que será permanente. Otra cosa es si se vuelve un intervencionismo como el de Bolsonaro o Trump, u otro modelo más como el que tiene Suecia. Unido a esto, habrá una mayor desigualdad, lo que puede exacerbar la lucha de clases en los países. Y, por último, quizá se podría dar un giro hacia la sostenibilidad, que nos demos cuenta que esto es una oportunidad para reducir nuestras emisiones. Pero al mismo tiempo, seremos conscientes de que los países serán más pobres y no podrán permitírselo. ¿Y en lo geopolítico? Una gran crisis lanza las piezas del puzzle de la economía y la geopolítica al aire, remodela el mundo, y no se sabe cómo caerán. Tras la Gran Depresión, a los países les costó mucho volver a la normalidad. Ahora, han pasado solo 12 años desde la anterior, y eso es lo que hará más difícil que las cosas vuelvan a ser como antes. En 5 o 10 años, el sistema será muy diferente. Cabe decir que después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha sido quien ha dado forma al mundo, el sistema actual se construyó a su imagen. Pero ese mundo se acabó. Ese espacio no lo tomará China, no es lo suficientemente fuerte aún y nadie copiaría su modelo. Más bien creo que nos vamos a mover a un mundo desordenado, impredecible, anárquico, sin cooperación. No parece un buen mundo para Latinoamérica… Ese es un motivo de preocupación, porque la posición de los países emergentes va a ser más difícil. Pero también podría ser positivo. Pensemos en un mundo en el que Estados Unidos no es hegemónico, sino que tiene que competir, con China quizá. Los dos están muy interesados en el futuro de Latinoamérica y eso se podría aprovechar. Pero el pasado de la región ha sido muy volátil y podemos espera que continúe así.

Fuente: Revista Portafolio Imagen: Archivo Revista Portafolio Ver artículo original Volver a página de inicio
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