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RESTRICCIONES: Pico y placa a camiones

Pico y placa a camiones

Meter en cintura toda forma de contaminación y daño al medioambiente debe ser una tarea inaplazable de las autoridades municipales. Es, de hecho, uno de los objetivos centrales del nuevo pacto mundial urbano en aras de generar ciudades cada vez más sostenibles y resilientes.

Por ello llama la atención el decreto que alista la Alcaldía de Bogotá a fin de establecer como norma un pico y placa para el transporte de carga que rueda por sus calles y contribuye en alta medida al deterioro de la calidad del aire de sus habitantes, aunque no sea el único. Se estima que al menos el 40 por ciento de las emisiones perjudiciales para la salud provienen de este tipo de transporte, actor contaminante que suele pasar, dicho popularmente, ‘de agache’.

Según se ha revelado hasta el momento, la medida regiría para conductores que no hagan uso de buenas prácticas a la hora de conducir sus vehículos ni mantengan en buen estado mecánico estas fuentes de trabajo. Para ello se requerirá de una certificación ambiental expedida por la Secretaría de Ambiente. La restricción para quienes incumplan tal disposición irá de 5 a 11 de la mañana. A lo anterior se suma el factor de la movilidad. No es un secreto que la estrechez vial, la falta de infraestructura en corredores claves como la calle 13, las autopistas Norte y Sur y la calle 80, así como el atraso de vías importantes, han puesto a competir por el mismo espacio a carros, camiones, buses, ciclistas y motociclistas. Y todos terminan pagando los platos rotos de la inmovilidad, la contaminación y la alta accidentalidad.

Más que una amenaza al sector, es un llamado para que haya un compromiso real con el medioambiente.

En Bogotá circulan alrededor de 28.000 camiones todos los días, los cuales mueven aproximadamente un millón de toneladas de carga al año. Entran y salen de la capital de forma permanente, el 70 por ciento sin siquiera estar matriculados en ella. Y aunque pueda parecer odioso, la verdad es que la medida anunciada es necesaria, oportuna y puede beneficiar a ambas partes; como necesario fue en su momento aplicar restricciones a los buses y taxis.

Dicho esto, hay que ser cuidadosos. Una decisión del pasado que limitó el uso de camiones de cierto tonelaje provocó un mal mayor: la proliferación de automotores tipo furgón, que hoy constituyen uno de los principales dolores de cabeza para la movilidad. Por otro lado, hay protocolos que, según Colfecar, gremio que agrupa al sector, se están aplicando para contribuir a la movilidad de la ciudad y los cuales deberían ser tenidos en cuenta por la Administración.

Como decíamos al comienzo, todo esfuerzo tendiente a garantizar la calidad del aire y proteger el medioambiente de millones de ciudadanos es bienvenido. Pero ello será cada vez más difícil si no se atacan los problemas de fondo con una infraestructura adecuada, una modernización de la flota vehicular y una mayor innovación en la logística para el movimiento de carga que entra y sale de la ciudad. Las pruebas piloto que en ese sentido se han hecho han arrojado buenos resultados. ¿Por qué no se ahonda en ellas? Y está, por supuesto, la conciencia ciudadana en el momento de usar sus vehículos, quizás la más importante de todas. Fuente: El Tiempo Imagen: Archivo El Tiempo Ver artículo original]]>